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3 de julio de 2014

EL SUEÑO DE ELLIS - La felicidad interpretativa de Marion Cotillard -



En 1921, Ewa y su hermana Magda dejan su Polonia natal y emigran a Nueva York. Cuando llegan a Ellis Island, a Magda, enferma de tuberculosis, la ponen en cuarentena. Ewa, sola y desamparada, cae en manos de Bruno, un rufián sin escrúpulos. Para salvar a su hermana, Ewa está dispuesta a aceptar todos los sacrificios y se entrega resignada a la prostitución. La llegada de Orlando, ilusionista y primo de Bruno, le devuelve la confianza y la esperanza de alcanzar días mejores. Con lo que no cuenta es con los celos de Bruno.
Hacia tiempo que no nos encontrábamos en las salas de cine ante uno de los más bellos homenajes al cine clásico. 
Un homenaje a películas de las que no se producían hace tiempo y con un estilo cinematográfico que siempre será una delicia para todo cinéfilo. El recuerdo a grandes clásicos empapa la imagen sepia de una América corrupta, amarga y sombría en cuyos cimientos yacían los sueños e ilusiones de gran parte de los inmigrantes que llegaban a ella buscando lo imposible en sus lugares de origen. Un melodrama que se prolonga durante dos horas y que su desarrollo alaba la fortaleza y el valor de aquellas personas que cambiaron todo por buscar una oportunidad en la tierra de las promesas tras la Gran Guerra, demostrando a la par la cruda realidad que encontraban al llegar.


Una historia sensata, sencilla y efectiva, donde las grandes interpretaciones tienen cabida y una Marion Cotillard hace gala de su versatilidad para interpretar a un personaje que se encuentra constantemente al límite, estirando la soga que sostiene Joaquin Phoenix por el otro extremo. Phoenix vuelve a desenmascarar a un personaje irritante, pretencioso, grosero e incluso grotesco, para acercarnos a su desvergonzado sentimiento de culpa tras mostrarse como un celoso enamorado. En el forcejeo, Jeremy Renner destaca como la luz en una historia oscura y con giros en la trama.


Estamos ante la desmitificación del gran sueño Americano donde los personajes no consiguen o no les va como soñaban respecto a sus metas u objetivos aunque pelean con uñas y dientes para ello.
En este caso James Gray nos muestra que la verdadera patria no es un trozo de tierra o lugar donde habitamos sino que lo real y eficaz es la importancia de la familia y los sentimientos hacia los que nos rodean.
La música, aunque discreta, acompaña la ambientación de la época de los años 20 de una manera brillante, cabe destacar el gran trabajo de fotografía de Darius Khondji. 
La ambientación nos transporta a esos años y los personajes nos muestran su lucha por conseguir sus sueños y los de sus familiares. 
La película consigue despertar nuestra empatía; hacernos disfrutar de un viaje en el tiempo a la vez que sufrimos con ellos. Me arriesgaría a decir que es una de las mejores propuestas de lo que va de año o, al menos, una de las menos habituales, y es que ver a actores del siglo XXI trabajar como si estuvieran en el siglo XX no es muy común y resulta curioso.
Atención a la escena final donde el director nos ha regalado un plano que quedará como uno de los más perfectos, brillantes y explícitos del género drama-romántico y es que películas tan bien realizadas como El sueño de Ellis no se ven cada semana en las salas.





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